El cuerpo humano como
estructura electromagnética.
La vida como seres humanos se hace
manifiesta en nuestro mundo a través de un cuerpo físico. Dicho de otra forma,
existimos en nuestro mundo porque poseemos,un,cuerpo.
Nuestro cuerpo posee un peso
específico, que es la consecuencia de la atracción que hace la Tierra
sobre él, que a su vez tiene su propio gran cuerpo planetario.
Ambos (nuestro cuerpo y la Tierra)
tenemos, por lo tanto, una serie de ejes o diámetros llamados paralelos y
meridianos, que determinan puntos o extremos polares - norte y sur (+/-);
además, puntos o líneas centrales llamadas líneas o centros de equilibrio.
Así, nuestro cuerpo humano puede
dividirse en mitades derecha e izquierda, anterior y posterior y superior e
inferior. Estas dos últimas determinan nuestros polos +/- . El encéfalo
(cerebro y cerebelo), contenidas dentro de la bóveda craneana, constituyen el
+. La región sacro-coccígea, articulada perfectamente dentro del bacinete
pélvico, comprenden el -
El punto medio o de equilibrio se configura
más o menos en correspondencia con la cintura, cercano al ombligo; Ambos
cuerpos, tierra y organismo, interactúan entre sí porque sus polos establecen
una relación de equilibrio a través de sus fuerzas, no solamente
gravitacionales, sino electromagnéticas.
Podemos decir que tanto el
globo terráqueo, como nosotros, somos imanes que se atraen o repelen mutuamente
según la orientación que tengamos el uno respecto del otro.
Nuestro planeta es magnético
porque es una gran masa de hierro, pero también es eléctrico, porque es un gran
depósito de agua y sales: el mar.
Por su parte, nuestros cuerpos son
exactamente eso: un sesenta por ciento de su peso está representado en agua y
sales de sodio, cloro, potasio y otros; mientras el peso restante lo aportan
compuestos orgánicos a base de carbono y estructuras inorgánicas como sales de
calcio, fósforo, el propio hierro y muchos más.
Somos de esta forma, un pequeño
cuerpo terráqueo conformado por los mismos elementos de los cuales se compone
nuestro planeta y por tanto somos capaces de crear fuerzas eléctricas,
magnéticas y electromagnéticas que interactúan con las suyas.
Tenemos con la tierra, en un
cierto sentido, una estrecha relación "metálica" que se rige por las
leyes físicas de la conducción eléctrica y de la atracción o repulsión
magnética: somos imanes que intercambiamos fuerzas y energías magnéticas y
eléctricas con la tierra. Nos atrae o nos repele según como estén situados
nuestros polos ante los suyos. Somos sinérgicos o antagónicos con sus fuerzas;
nos impulsa o nos frena según la orientación entre ambos y por lo tanto,
vivimos "alineados" o "desalineados" en su superficie.
Así, nosotros estamos "polarizados
o despolarizados"con relación a los ejes electromagnéticos de nuestro
mundo según como se encuentren orientados nuestros propios campos magnéticos
con relación a los suyos.
Origen de nuestra naturaleza electromagnética:
(Átomos y moléculas).
La vida se originó en la
Tierra luego de que enormes cantidades de polvo cósmico cargadas de átomos
y moléculas provenientes del espacio interestelar fueron depositadas en los
mares de un planeta recién formado.
Millones de moléculas irradiadas
por luz, rayos cósmicos, ultravioleta, infrarrojos y otros, se mezclaron en su
superficie creando una especie de «caldo de cultivo» que fue
cocido por las altas temperaturas de un planeta apenas en enfriamiento, en un
proceso que tomó millones de años.
Estas moléculas primordiales de
vida interactuaron entre sí, generando una serie de reacciones químicas que
produjeron moléculas más complejas. Estas moléculas más grandes se convirtieron
a la postre en los primeros «bloques de construcción» de las formas
más primitivas de vida.
Aparece entonces la RIBOSA, un tipo de azúcar con cinco
átomos de carbono y a una serie de estructuras moleculares aun más complejas,
llamados nucleótidos: citosina
(C), adenina (A), guanina (G) y uracilo (U), que son el«alfabeto
genético» de una sustancia llamada el ARN, o acido ribonucleico, molécula
que dirige las etapas intermedias de la producción de proteínas.
La aparición de esta molécula a
base de carbono trajo como consecuencia la formación de materia
orgánica capaz de asociarse para,formar «organismos» vivos.
Algunas formas de ARN adquirieron
la capacidad de auto replicarse y por lo tanto de multiplicar exponencialmente
su cantidad hasta que alguna de ellas, en sus mezclas, dieron origen al
material constituyente del ADN, la molécula de la vida por excelencia.
Con el ADN
apareció la herencia de la vida: la capacidad de traspasar la información y
el «conocimiento molecular» a su generación siguiente,
garantizando así la continuidad del proceso.
Luego, estas moléculas orgánicas
adquirieron la capacidad de construir una barrera o membrana que las separaba
del medio externo y les permitía una interacción selectiva con él.
Así se
formaron los primeros organismos vivos individuales, la primera forma de vida
independiente y auto replicativa: la célula.
Fue cuestión de tiempo para que
muchas células se asociaran formando organismos de mayor tamaño y complejidad
que a su vez fueron creando tejidos hechos de células que se fueron
diferenciando y especializando en funciones especificas, como el
manejo del agua y las sales, tejidos contráctiles o estructurales, tejidos
de soporte o tejidos de conducción eléctrica.
Surgieron entonces, los órganos
como el sistema nervioso, el músculo esquelético o cardíaco, el tejido renal y
hepático, el hueso, etc.
Aparecieron, según el camino evolutivo, los reinos vegetales y animal
con sus diferentes especies, familias y ordenes.
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